Las graves condiciones de sequía, marcadas por precipitaciones por debajo de la media, temperaturas elevadas persistentes y frecuentes olas de calor, están provocando una de las sequías más graves de la historia reciente. Las regiones más afectadas por la escasez de agua son Uruguay, el norte de Argentina y el sur de Brasil. Las consecuencias en cascada de esta sequía están teniendo un impacto significativo en estas zonas.
Una sequía plurianual en todo el continente
El reciente informe del Observatorio Global de Sequías destaca las continuas y severas condiciones de sequía que han estado afectando persistentemente el centro-sur de América del Sur desde 2019. Esta región está experimentando actualmente una de las sequías más prolongadas y extensas que se recuerdan en los últimos tiempos. Las consecuencias ya son evidentes, con una reducción en el rendimiento de los cultivos, impactos significativos en la economía y alteraciones en los ecosistemas.
El evento de sequía extensiva es la culminación de numerosos sub-eventos localizados caracterizados por una severa deficiencia en las precipitaciones. A partir de marzo de 2023, la combinación de precipitaciones por debajo de la media y temperaturas elevadas ha provocado un estrés significativo en la vegetación de Uruguay, el norte de Argentina y el sur de la Patagonia.
En consecuencia, la producción agrícola ha sufrido un descenso, especialmente en Argentina. Se prevé que la producción de soja para el año 2023 sea un 44% inferior a la media de los cinco años anteriores, lo que supondría la cosecha de soja más baja desde 1988/89. Además, la sequía ya ha provocado una reducción de 3 puntos porcentuales en el PIB estimado de Argentina para 2023.
Los efectos intersectoriales exigen medidas urgentes de adaptación
La prolongada sequía y los años consecutivos de calor y sequía en Sudamérica han provocado una importante pérdida de hielo glaciar en los Andes, con estudios que indican una reducción del 30-50% de la capa de hielo. Algunos glaciares pequeños han desaparecido por completo. Estas pérdidas de glaciares están agravando los problemas de escasez de agua causados por la actual sequía, lo que afecta a la disponibilidad de agua para las comunidades de las tierras bajas. Además, el menor deshielo de los glaciares está dificultando la generación de energía hidroeléctrica, lo que afecta a los medios de subsistencia de cientos de millones de personas en la región.
América del Sur se está preparando para el cambio hacia las condiciones de El Niño, con previsiones estacionales que indican temperaturas más altas y patrones de precipitación fluctuantes. Se espera que los meses de mayo a junio de 2023 traigan condiciones más secas que la media al norte de Argentina y Uruguay. En Brasil se prevén condiciones medias, mientras que el centro y la costa de Perú podrían experimentar condiciones ligeramente más húmedas. Es crucial seguir de cerca esta evolución para comprender mejor las posibles repercusiones durante los próximos meses.
Sin embargo, se espera que la persistente ausencia de precipitaciones, las intensas olas de calor y la previsión de temperaturas superiores a la media disminuyan significativamente el caudal de los ríos. Esto tendrá consecuencias directas sobre la agricultura, los ecosistemas y la producción de energía, agravando los retos a los que ya se enfrentan estos sectores.
Es crucial planificar cuidadosamente las estrategias de gestión de los recursos hídricos para mitigar los impactos de la actual crisis del agua. Es necesario actuar con urgencia para aplicar estrategias de adaptación que puedan aumentar la resiliencia ante los retos climáticos actuales y futuros. Si abordamos estas cuestiones de forma proactiva, podremos prepararnos mejor para resistir los efectos de la escasez de agua y garantizar una gestión sostenible del agua para el futuro.